La nueva administración encarna una esperanza de la comunidad. La de que no se le escatime su valor como tal y de se que realice una ejecución pulcra, eficiente y eficaz. Valen unas reflexiones al respecto, dadas las expectativas creadas.
La administración pública busca en su accionar unos objetivos: que sea eficiente y eficaz, en concertación con la comunidad. Lo cual tiene un supuesto básico: honestidad y acatamiento a la ley.
La EFICIENCIA exige que los planes, programas y proyectos sean objetivos, es decir que atiendan a necesidades reales y prioritarias... Trabajar así implica economía en cuanto existe focalización. Requiere rapidez y oportunidad en la solución. Y que, obvio, signifique un beneficio general.
En cuanto a la EFICACIA, existe la demanda de calidad de las obras y servicios. Una obra mal hecha es una tarea no realizada, con el agravante de la pérdida de recursos y, además, corrupción. La eficacia no se mide por las estadísticas de cifras invertidas, que según la presentación oficial son mentirosas, pues aproximadamente un 40% se va en impuestos de legalización de contratos, estampillas, publicaciones, etc. La eficacia se debe medir desde el ángulo de la satisfacción del cliente, es decir de los ciudadanos. Ello requiere que sea una prioridad concertada, y que a su vez las inversiones sean apalancamiento del progreso comunitario.
El accionar administrativo requiere una transversalidad institucional, de manera que la administración municipal obligue a la concertación del conjunto de sus componentes en todos los niveles, así como potenciar su accionar con las demás entidades externas que hagan presencia en el municipio, tales como Bienestar Familiar, Gobernación, Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, las ARS, el gobierno nacional, etc. Lo mismo se aplica para las organizaciones de la comunidad existentes, como JACs, Asociaciones gremiales y de género, deportivas, culturales, ONGs. Todo depende del papel constante de gestión, promoción y liderazgo de la jefatura municipal.
El control de la ejecución de planes, programas y proyectos debe ser institucional y comunitario. Aún más, a la comunidad para que cumpla bien sus tareas se le debe asesorar y capacitar, para que no le metan los dedos en la boca y la engañen. Se debe controlar todo el proceso: concertación, priorización, planeación, ejecución, seguimiento y evaluación. Si todo se impregna del principio básico de la honestidad, el éxito estará garantizado.
La veeduría se debe poner al orden del día, hoy más que nunca.
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