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Por Anonimous |
Es una pregunta que surge espontáneamente ante el cúmulo de
bandazos, vacilaciones y contradicciones en que incurre el Presidente de la República.
El caso del Catatumbo es un ejemplo diciente.
El problema es tan antiguo como nuestra clase dirigente, que
se caracteriza por ser indolente, mentirosa e inmoral, para no referirnos a la
vieja conocida afición a las trapacerías. El gobierno aparentó querer negociar
con los campesinos, pero el nivel de contradicciones producido por el
enfrentamiento entre campesinos desesperados y elementos de las fuerzas del
Estado, interesadas en agudizar la situación más que en resolverla, hizo
recular al jefe del Estado, quien prefirió la añeja tradición estatal de
mentir, engañar y aplazar la solución de los asuntos.
La visión que tanto los voceros del gobierno y de las
fuerzas represivas dan a través de los medios de comunicación es mendaz y raya
en el cinismo. Acusan a los campesinos de escoger las vías de hecho cuando es
sólo una respuesta a los planes de agresión y hostigamiento por parte de las fuerzas
represivas. Estas, desde hacía más de una año venían preparando una ofensiva en
gran escala contra la población del Catatumbo. Y era tan amenazadora su
actitud, que ordenaron a gestores de diversas instancias públicas: ambientales,
educativas, de salud, etc., el abandono la zona porque no responderían por
su vida, pues habría acción armada, incluidos bombardeos. Y se produjo una gran
retirada de funcionarios estatales que cumplían tareas importantes de apoyo a
los pobladores. Entonces, ¿quién estaba
preparando una incursión violenta? El Estado, a través del ejército y demás
fuerzas de seguridad.
Ahora bien, lo que se trataba de una queja social, con
justos reclamos, se convierte en un detonador merced a la arrogancia y
mediocridad de un gobierno que no quiere entender que los problemas sociales
exigen dedicación y respeto a los pobladores. En vez de soluciones acuden a los
anuncios de siempre: que la guerrilla, que los narcos, que los Megateos, que la
oposición, etc. Debería avergonzar que un guerrillero haga de Robin Hood
repartiendo bienes a los pobres y socorriendo a los más necesitados, cuando en
esa zona, al igual que en el resto de este rico país, no debiera existir
miseria ni ciudadanos de quinta categoría.
¿Será que alguien engaña al presidente Juan Manuel Santos, o
que éste quiere engañar a los colombianos? Cualquiera que sea la respuesta,
sólo permite una conclusión: es un Estado impotente dirigido por gobernantes
mediocres.