25 de octubre de 2008







Mamerías 

Por Acidonitrix


Mamerías de acá

Dicen que la miel atrae a las abejas. Y debe ser más que cierto, como también parece que el hombre más dulce de Lebrija es el señor Sandro Serrano. Al menos para los contratistas. Prueba de ello es encontrarlo en las dependencias de la alcaldía, o en las afueras del Palacio rodeado de contratistas o aspirantes a serlo.

¿Será que es funcionario de la alcaldía municipal? Parece que así es. Al menos por la franca y decidida respuesta que le dio a un concejal: "Ustedes ya robaron. Ahora déjennos robar a nosotros."

Debe contar con un gran capital pues no requiere de emolumento alguno por parte de la administración municipal. Y es de abonar su gran "desinterés" en el trabajo de su prima, la Alcaldesa. Le sirve de asesor, forma parte de la rosca elite del polvorerío, y hasta es quien filtra llamadas, acuerda citas, borra citas, define amigos y enemigos de la Dra. Pólvora.

Es loable su 'desinterés', pero me asalta una duda: ¿No es un delito el que un particular asuma funciones públicas sin haber sido designado? ¿Los de la contraloría ya lo sabrán...? ¡Ah! ¿Y los de la procuraduría...?


Abundando sobre la reestructuración...

Al parecer más parece un parto de los montes que una adecuación administrativa para garantizar al eficiencia y la eficacia. Sólo le quedan ganas... de echar gente porque el dinero del que dispone es muy poco. Y tienen un factor en contra: el tiempo. 

Veamos: debe primero presentar ante el ministerio de Hacienda la sustentación para que le permitan endeudarse por la suma que le autorizaron los concejales de su "coalición". Luego, realizar las gestiones bancarias y ahí sí puede darse el gusto de reestructurar: acabar la Umata y eliminar el cargo de secretario de tránsito. Y pare de contar porque ya no le alcanzará la plata para más.


El estudio, a no dudarlo, debe tener las características de un documento muy 'sesudo', pues proviene del equipo personal del 'mejor asesor del mundo', el Dr. Roberto Ardila, muy conocido de autos en San Vicente. Y tal estudio, que ya debe existir pues se contrató hace harto tiempo —las prisas, las prisas—, pero que sólo conocen los del polvorín, debe haber encontrado algunas novedades en el municipio: 1) que Lebrija ya no es un municipio agropecuario y que no se necesita la Umata. O que ese trabajo lo puede asumir en convenio la de otro municipio, como Girón, que ya no tiene, pues contrató con un equipo donde el famoso Loco puso sus amigos. ¿O será con la Federación de Cafeteros, de Rionegro? Lo más seguro es que se podrá concluir que dicho trabajo lo harán mejor... quienes no conocen el municipio. 

2) ¿Qué sobra el tránsito en Lebrija? Puede ser. Porque aquí ¡últimamente no se ven autos, ni llegan de otras partes! No puede desconocerse que el cargo de director de tránsito fue un acomodo de la anterior administración, con miras a las elecciones. Se puede continuar con dicha labor como se hacía anteriormente, a cargo del Inspector de policía.

Por otra parte, los agentes de tránsito en el municipio son  invisibles o ciegos. No ven las violaciones más comunes: mal estacionamiento de los vehículos en las esquinas, sobre los andenes, etc. La administración tiene que exigirles cumplimiento, porque las ventajas son obvias: orden y recursos para el erario público.

Aunque todo lo anterior parece un sueño, porque al parecer por envidia con el municipio o contra su maravilloso asesor —no hay otra explicación— la gobernación les rechazó el "mejor Plan de Desarrollo del mundo".  Así que no existe tal documento.....


Una voz de aliento...



Sí, es la que necesitan nuestro burrejales, perdón nuestros concejales de la coalición: la procuraduría los llamó a rendir descargos por... el nombramiento que hizo la Dra. Pólvora del personero que reemplazó al Dr. Edgar Fernando Pérez cuando estuvo inhabilitado por problemas de salud.

El personero inhábil, es decir el enfermo —¡no sean maliciosos!— avisó con tiempo, como era su deber, al 'horrorable' concejo municipal su situación y les solicitó la designación de un personero ad hoc para reemplazarlo durante su situación calamitosa.

Dicen las malas lenguas, o si se prefiere, las entendidas en los meollos del polvorín, perdón del sanedrín, que la Alcaldesa y el presidente del concejo, Juan Rivera, acordaron ocultar el asunto para resolverlo rápido, mediante nombramiento ejecutivo. Asesoría de... ¡adivinen! sí, de Roberto Ardila, quien se jactaba de que "se lo metimos al concejo". Lo cierto es que el presidente del ente de control aplazaba la lectura de la correspondencia respectiva hasta el último día de las sesiones para "el estudio concienzudo del Plan de Desarrollo". Y, obvio, no alcanzó el tiempo.

Y la alcaldesilla nombró un personerillo de bolsillo que anduvo por los pasillos con pasillo de yo soy pillo y no hago un pitillo.... En fin, una nulidad. La verdad sea dicha, poco se notó el cambio.

Para no alargar más el tema, se incurrió en abuso de poder o extralimitación de funciones por parte de la Alcaldesa, y omisión de funciones por parte de los concejales. Ahí sí: "concierto para delinquir". 

Algunos chismosos y mal pensados, ¡que los hay los hay!, ya dizque descubrieron quien va a ser el culpable: pues el más pingo, el secretario del Concejo, a quien Rivera y sus amigotes le echarán la culpa. ¿Alguien apuesta?


21 de octubre de 2008



De ética y hombría...

Hemos sabido del 'boom' de un video que circula en Lebrija, en el cual el personaje es una pobre chica que sale con su 'amigo', quien la enlicora o droga --vaya Usted a saberlo-- y la pone a realizar actos sexuales, que luego filma y después da a la publicidad en una sala de internet y la reparte libremente, ante el regocijo de muchos que se sienten con el derecho a burlarse así de una persona, y más si es una mujer.

Queremos, no sin antes sentir profunda indignación por tan bajo proceder, decir lo siguiente. Primero, es muy poco hombre quien procede de tal manera y carecen igualmente de decoro y hombría quienes aplauden tamaña bajeza. Segundo, es una tradición barriobajera existente en Lebrija, donde muchos supuestos hombres cuentan como chismosos las intimidades de las chicas que tienen sexo con ellos.

Por lo mismo, expresamos un sincero repudio por tal hecho y llamamos a los ciudadanos a reflexionar sobre la educación que deben recibir sus hijos e hijas, en un ambiente de poco respeto por las damas. 

Por último: ¿no debería la ofendida demandar penal y civilmente al canalla que hizo eso? Es una violación flagrante a la intimidad de las personas. Y debe ser castigado con todo el peso de la ley.

20 de octubre de 2008

P R U D E N C I A


Las siete virtudes del gobernante (VI)


Por Jesús Martínez Álvarez




Por si el lector no los tiene en la memoria, le recuerdo ahora que hemos tratado cinco virtudes antes que ésta: Dignidad, Honradez, Integridad, Responsabilidad y Templanza. Aunque han sido expuestas en este orden, desde luego no quiere decir que esta secuencia se deba a jerarquía. Tan importante una como otra.


Hoy corresponde hablar de una virtud imprescindible en todo gobernante, puesto que ya hemos visto que la principal característica de la acción de gobernar es la trascendencia de sus actos. Por ello la prudencia es virtud que no debe marginarse. De ella depende la acción mesurada, la decisión consciente, la actitud serena.


Cuando se habla de prudencia se corre el riesgo de que alguien piense que se está aludiendo a la parálisis. Y ello no es gratuito: muchos gobernantes han tratado de justificar su inmovilidad calificándola erróneamente como prudencia.


Por eso hay que aclararlo desde el principio: aludo aquí a la prudencia como virtud que contiene el primer impulso, como cualidad que serena el pensamiento incluso en los momentos más difíciles. La inmovilidad, en cambio, es sólo falta de determinación para tomar decisiones.


Hablamos, pues, de la actitud que combina prudencia y audacia y que, en mezcla adecuada, permite al gobernante ejercer su liderazgo con responsabilidad y lo libera de actuar con ligereza.

En la vida privada cada quien decide su forma de actuar y, si hay consecuencias, normalmente las asume puesto que su acción incide en su círculo más próximo. Pero un gobernante debe ejercitar la prudencia en cada una de sus acciones, pues los beneficiados o perjudicados serán todos los que habiten en su ámbito de gobierno. Por tanto, la prudencia no es una opción sino una obligación.


Así como hay gobernantes que se escudan en la palabra prudencia para ocultar su indecisión, así los hay que se escudan en la audacia para justificar su precipitación.


Un gobernante no puede actuar según sus primeros impulsos, guiado por la supuesta urgencia del problema a resolver. Muchos de los asuntos que se califican de urgentes pudieron no haberlo sido si se hubieran atendido a tiempo. También en la oportunidad de la acción es la prudencia la que opera.


Por descuido, por negligencia, por temor, algunos asuntos públicos se relegan a la agenda de otro día, algún día, ya se verá, y sucede que aquel problema, aquel conflicto, aquella demanda despreciada, un día se levanta como un muro o como un bosque ardiendo, y el gobernante, incapaz de reconocer su falta de sensibilidad, actúa abruptamente y luego explica que no pudo reflexionar sobre el caso porque éste era urgente.


La prudencia implica saber identificar a tiempo lo importante, antes de que se vuelva urgente, cuando hay tiempo para analizar y sopesar, decidir y actuar.


Para identificar a un gobernante imprudente, basta analizar su agenda diaria: el más imprudente será el que se dedica a atender asuntos que no son ni importantes ni urgentes, en un juego de activismo que le ayuda a imaginar que está trabajando mucho; el segundo lugar se lo lleva el que mayoritariamente se dedica a atender lo urgente, lo cual también le da la sensación de que merece un lugar en la historia por moverse tanto.


Con rasgos de prudencia, un gobernante destinará más tiempo a lo importante que a lo urgente. Es imposible evitar que se presenten asuntos urgentes, pero mientras menos sean podrán resolverse mejor, a la vez que se tiene tiempo para lo trascendente.


Como se advierte, la prudencia no consiste en pensar mucho o en decidir poco, sino en pensar a tiempo y actuar oportunamente.

Entre otras, dos sensaciones falsas pueden empujar al gobernante a la imprudencia: la primera es creer que gobernará para siempre; la segunda, que sólo tiene un día para resolverlo todo.


Hace unos años, don Jesús Reyes Heroles recomendaba: no hay que hacerlo todo en un día, pero hay que hacer algo cada día. Como una extensión de esta cita, habría que decir que hay que procurar, y lograr, que ese algo esté relacionado con lo importante, lo que trasciende, lo que incidirá en la vida de miles o millones de personas.


La prudencia, en síntesis, es lo opuesto a la temeridad, normalmente irresponsable; o, para decirlo de otra forma, es el respaldo de la audacia.


La fortuna es de los audaces, decía Hernán Cortés; sí, a condición de que el acto audaz esté amparado por la prudencia.


jema444@gmail.com

www.jesusmartinezalvarez.com.mx


POSTDATA

Cuando se presentan crisis como la seguridad pública y la situación económica, es donde un gobernante demuestra su capacidad. Éstas pueden convertirse en una gran oportunidad o en la tumba política del gobernante.