Mientras se inicia la nueva administración existen tareas que son apremiantes e insoslayables. Por ejemplo, la alcaldesa debe asistir a la capacitación obligatoria que se realizará en Bogotá, y los concejales electos cumplir con la capacitación a cargo de la ESAP, si quieren posesionarse el próximo año. Está igualmente la labor del empalme, que debe permitir tanto una valoración de lo realizado como la continuidad de los proyectos que estén en camino. Además, es un valioso insumo para la elaboración del próximo plan de desarrollo. De otra parte, es necesario dar cumplimiento a la norma legal de empalme entre el concejo municipal saliente y el entrante.
Las labores son múltiples. Algunas de suma importancia; como hecho relevante, reorientar la prestación de la salud en el municipio, que deja mucho que desear en problemas epidemiológicos que se van agravando, como el caso de la leishmaniasis. No se le ha prestado la importancia debida y se manifiestan positivos (para decirlo en términos castrenses) en veredas como Riosuciobajo y Alto, Centenario, Canoas, Líbano, Lisboa, etc. La estadística es incompleta porque varios pacientes son tratados en Bucaramanga sin que se notifique al hospital local, entre otras cosas porque la atención no atiende a las necesidades de los campesinos. Por ejemplo, se debe complementar con hospedaje para los afectados, y comida, por cuanto dicha enfermedad exige más de un mes en tratamiento diario, y sin esa ayuda es imposible para los más necesitados, que se ven obligados a soportar esa enfermedad devastadora y ser foco de contaminación para la familia y la comunidad. Se necesita volver a construir una casa campesina, porque la anterior se la apropió la parroquia para sus tareas y obtener lucro, en detrimento de los estudiantes provenientes del campo y de los habitantes rurales que tenían ahí un lugar de hospedaje. Lo que se hizo con recursos públicos y de la comunidad ya le fue escamoteada a ésta.
Por lo pronto hay una manera de tratar de solventar el problema. La casa donde actualmente está la red de organizaciones sociales, que se hizo con fondos públicos para una “sede liberal” debe volver a la comunidad. Hay que dar los pasos para su expropiación y darle un uso social real y sostenible.
Y como algo distintivo de la futura administración debe ser favorecer y propiciar la participación comunitaria, único modo de potenciar el desarrollo del municipio. Debe ser una participación de las Juntas de Acción Comunal, asociaciones deportivas, culturales, de género, etc. Sin discriminación para ninguna. Sin la presencia real de la comunidad se generan condiciones para la ineficiencia administrativa, la corrupción y la desidia burocrática. Si se quiere, esta es la tarea básica para la futura administración de Sonia Serrano.
Esperamos que así sea.
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