
Hable con el ejemplo Señor Presidente. Envíe a sus hijos a la guerra como le toca a los hijos del pueblo. Envíe a sus hijos a un Patascoy como le toca al hijo de cualquier vecino, ya sea un Moncayo o un Rosero o un Usmarin Ortiz, etc. Y, sólo después de que sepa lo que es la desgracia de tener uno secuestrado, jáctese de rescatarlo a sangre y fuego. En ese caso si se le puede creer que hable con autoridad. Mientras tanto es cobarde hablar del sacrificio... de los demás. Porque, y es una verdad de a puño, ningún hijo de la oligarquía va al frente de combate a defender una "patria" de la cual son los únicos que se benefician.
¡Ya basta! Se requiere el intercambio humanitario.
¡Ya basta! Suspendan esa danza macabra que sostienen su gobierno y las FARC.