6 de abril de 2012

La minería no es mala... ¡En ocasiones es criminal!

Por Acidonitrix

El gobierno y muchos aúlicos de las empresas mineras, una de las "loco" motoras de la economía, han ganado una buen batalla haciendo creer a la ciudadanía que es una actividad que beneficiará al país. La realidad es muy diferente a la que nos ofrecen envuelta en papel de colorines.


Los defensores del medio ambiente han llamado muchas veces la atención sobre las consecuencias para la salud de quienes deben consumir agua y alimentos producidos con esas aguas. Pero aún no tenemos conciencia del problema. Es más, nos hacemos de los pendejos, como si ya no nos estuviera afectando a todos: viejos, jóvenes, niños, casi sin excepción. 


En la reflexión de Fernando Isaza, que se publica en este blog, se pone de presente un hecho incuestionable que el gobierno se cuida de ocultar muy bien: las aguas de los ríos Magdalena y Cauca, los más importantes del país, ya tienen contaminación por mercurio en cantidades que sobrepasan los límites permitidos por los organismos internacionales para garantizar la salud de los consumidores.


Para no hacer muy extensa la introducción, le recomendamos a nuestros lectores que lean las consecuencias del mal de Minamata, generado por la actividad industrial con base en el mercurio. "La enfermedad de Minamata es un síndrome neurológico grave y permanente causado por un envenenamiento por mercurio. Los síntomas incluyen ataxia, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de los sentidos de la vista y el oído, debilidad y, en casos extremos, parálisis y muerte." (Tomado de Wikipedia)

¿Qué le sucederá a los habitantes de Bucaramanga, en pocos años, si estarán obligados a tomar un agua contaminada con los restos de la minería? ¿Qué le sucederá a quienes consumen peces de los ríos Magdalena y Cauca? ¿Qué a los habitantes ribereños de estos ríos que usan su agua para consumo humano, animal y de producción de alimentos? ¿Qué le sucederá al país?


W. Eugene Smith
Tomoko Uemura in Her Bath
Minamata, 1972

 ¿Acaso queremos que a nuestros hijos les pase esto?

¡Es la hora de ver menos telebobelas y pensar más en el país!


Tomado de Elespectador.com |4 Abr 2012

José Fernando Isaza

Minería

Por: José Fernando Isaza
 

Se vive un auge en la explotación y exportación minera y de hidrocarburos.

 
Hoy, como en la Colonia, son el mayor componente de la oferta exportadora. Los impuestos y las regalías han producido una mejora en las cuentas fiscales; sin embargo, el Gobierno los ha utilizado para cubrir gastos corrientes, no para ahorro e inversión.
Noruega, con mayor disciplina fiscal, no sacrificó su política tributaria cuando llegó la bonanza petrolera; ahorró parte sustancial del ingreso. De esta forma evitó la apreciación de su moneda y no puso en peligro las otras actividades productivas.

En Colombia ya estamos viendo los efectos de la monetización de los ingresos mineros y petroleros. La revaluación de la tasa de cambio, unida a las reducciones arancelarias por cuenta del TLC, contribuye a la desindustrialización del país.

La locomotora minera debe aprovecharse para bien del país. Hoy, las compañías obtienen rentabilidades que superan en mucho las logradas en otras latitudes. Algunas mineras afirman que realizan extracción ambientalmente responsable; pero la realidad difiere. No es posible hacer minería responsable en los páramos, pues las cuencas de los ríos se están afectando. Un estudio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano muestra que la presencia de mercurio en los peces del Cauca y el Magdalena supera los límites aceptables.
Se publicita la responsabilidad social, pero se olvida que el principal deber es pagar y no eludir los impuestos. El director de la DIAN señala, entre otras, las siguientes prácticas fiscales por parte de algunas empresas: inflan el valor contable de los activos fijos, reciclan activos fijos viejos ya depreciados para aprovechar la deducción especial, incrementan aceleradamente las provisiones, disfrazan de legales importaciones ilegales, inflan los costos de los servicios, efectúan transacciones con entidades en paraísos fiscales, hacen el 100% de las ventas con compañías vinculadas, etc.

Aun si las empresas no recurrieran a ninguno de estos artificios, la legislación tributaria les otorga generosas exenciones. Añádase a esto un sistema de regalías que no considera el crecimiento de los precios. Esto hace que la participación del Estado en las utilidades sea muy inferior a la que obtienen otros países latinoamericanos. Algunas acciones de “responsabilidad social” más que aplauso generan indignación. Una compañía aurífera que insiste en demoler el colonial municipio de Marmato piensa que regalándole a sus niños morrales y cuadernos justifica este plan que, además, lleva al cierre de la minería artesanal. De la misma familia es la empresa cuyo encargado de relaciones con el Gobierno afirmó que en Colombia los permisos se arreglaban con plata, luego corrigió y dijo que era con inversión.

Modificar la legislación tributaria y ajustarla a parámetros internacionales equitativos no debe ahuyentar la inversión. Muchos países la han cambiado. EE.UU. creó el impuesto de ganancias ocasionales cuando se disparó el precio del petróleo. Lo mismo hicieron el Reino Unido y Canadá.

El pasado 19 de marzo, Australia modificó los impuestos a la minería. BHP Billiton, Río Tinto y Xtrata no amenazan con irse. Se calcula que en los próximos tres años pagarán 11.000 millones de dólares en impuestos.

El Gobierno, siguiendo la tradición, ha anunciado reforma tributaria. Es una oportunidad para equilibrar los costos y beneficios de la locomotora de minera.