Como dirían las almas pías, Lebrija ha sido un municipio desangelado. Para no demorarnos mucho en el balance de cuántos y quiénes han sido factores importantes en su abandono, bástenos con un ejemplo grave, que, de paso, nos sirva a todos como experiencia. Es tan fácil decirlo...
El censo que se realizó cuando el municipio era dirigido por José del Carmen Rincón, terminó siendo una maldición para los lebrijenses. Como la mentalidad miope de la administración municipal sólo daba para hacer alianzas dando gabelas a sus paniaguados, durante la ejecución del Censo el ejecutivo sólo se preocupó porque se contrataran a sus bendecidos. Y así, se llenó el equipo censal con personas irresponsables que no cumplieron con su deber y nuestro municipio apareció con una gran caída poblacional. Ese hecho lo hizo aparecer en el Dane como un núcleo expulsor de población, de manera que para comienzo de los años 2,000 sólo se aceptaba que Lebrija tuviera aproximadamente 18,000 habitantes. Pese a que en la realidad era mucho mayor, pues rondábamos los 30,000.
Ese "pequeño error” le significó a Lebrija un castigo impresionante en las transferencias, que si se cuantificara en los últimos diez años sobrepasaría los 20.000 millones de pesos. Mientras tanto, creció el municipio con personas venidas de todo el país, por diversas causas. Con ellos, aumentaron los problemas y escasearon los recursos. Lebrija no era un municipio expulsor, sino todo lo contrario: recibía población, y mucha..
Era de suponerse que la actual administración tuviera en cuenta la problemática, pero no fue así. De manera que muchos ciudadanos de Lebrija, de la zona alta, media y baja quedaron sin censar. Para algunos conocedores de lo sucedido significaría unos 5,000 habitantes. Lo que equivale aproximadamente a un 9% de la población. Esta irresponsabilidad también nos costará caro..
Así, sin mayores vueltas, la próxima administración tiene que arrostrar un déficit presupuestal devenido de la merma en lo correspondiente al Sistema General de Participaciones, lo cual le acarreará serios problemas. Ello exige una tarea ardua de gestión de recursos para llenar los vacíos financieros. Es de esperar que la alcaldesa Sonia Serrano despliegue una política clara al respecto.
Soldado avisado no muere en guerra.
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