3 de octubre de 2007

¿Qué no son peligrosos los parapolíticos?

No puede pasar inadvertida la amenaza contra la Corte Suprema de Justicia, por los juicios contra los para-políticos. Es imperioso que la ciudadanía rodee a las instituciones de justicia del país, como una verdadera oportunidad de salvar los derechos fundamentales de los colombianos. Tal vez el país nunca había estado en momentos tan importantes para definir su futuro; para definir el futuro de las próximas generaciones, y salir definitivamente de la condición de parias del panorama mundial.
Hoy más que nunca se debe ser claro en la voluntad de defensa de la vida y derechos fundamentales de los ciudadanos. Las cortes, valientemente han resistido las presiones conjuntas del gobierno en varias de sus ramas; las presiones del Parlamento y los para-parlamentarios detenidos y en investigación; las presiones de los paramilitares y demás grupos fuera de la ley, que se sienten afectados, etc.
Así al presidente Uribe los paramilitares "esos muchachos" le parecen inofensivos niños de teta, la verdad es otra muy distinta. Son genocidas, unos como determinadores y otros como ejecutores. Genocidios muy lejanos de una inocente acción política en defensa del Estado. A menos que la política de Estado, definida por el gobierno actual sea la del genocidio.
El Presidente es el principal culpable e interesado en que se desconozca un principio constitucional importante: los funcionarios públicos son más responsables que los particulares. En consecuencia, a nadie, a ningún funcionario público u oficial se le puede dar el mismo trato que a los particulares. Los funcionarios son más culpables. Y ellos deben ser castigados con mayor rigor, y deben estar marginados de cualquier beneficio legal extra a los actualmente existentes.
En aspectos de responsabilidad son más culpables los funcionarios elegidos o por nombramiento que los ejecutores particulares. En tal sentido, es un verdadero crimen favorecer a los primeros. Los Castaños y Mancusos no habrían llegado a donde alcanzaron su desarrollo sin la colaboración del Estado a través de sus funcionarios y parlamentarios. En términos reales son más criminales los para-políticos que los jefes paramilitares.
Basta del cinismo presidencial y de su grupo político. Los para-políticos y funcionarios corruptos inmiscuidos en los crímenes de los paramilitares, por acción, omisión o colaboración deben ser castigados ejemplarmente, para que nunca más en nuestra patria se presente la política de Estado, o, si se quiere, para ser más suave, la práctica estatal del genocidio.


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