10 de octubre de 2010

Los desplazados



los desplazados / héctor rojas herazo





llegaban en montón duros y solos.

con harapos de sueño,

con quijadas de vaca bramando entre sus ojos.

llegaban en montón y estaban solos.

la mujer con su esposo entre las uñas.

el hombre con su madre y con sus hijos

nadando en su saliva y en su vientre

y el niño sin saber de sus pupilas

entre tanto estupor desmemoriado.

sentían, sin mirar las azoteas,

las múltiples ventanas,

el ovillo de luces,

el camino que olvida su terrón,

y se vuelve oficina y puerta seca,

cemento, sin sabor y policía.

llegaban desde atrás,

desde ellos mismos:

de la siembra quemada,

del monte que se hunde hoja por hoja,

madera con estruendo,

piedra con llaga y diente con blasfemia

y se vuelve con rabia contra el hombre

y le muerde la casa

y le arranca el cabello

y le rompe su atrás y su delante

y le llena los dedos de preguntas,

de furor y preguntas degolladas.

cada uno era un grito,

un terrible silencio que miraba

lleno de toro y sol crucificado.

cada uno estaba solo,

solo con él,

sin nadie entre sus huesos.

todo lo que fue día, siembra, abrazo,

lecho y fatiga, lámpara y amigo,

estaba entre sus pechos destrozado.



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