15 de septiembre de 2009

De la inversión extranjera y otros cuentos...

Fetichización de la inversión extranjera

Por Helena Villamizar García - Herreros



El profesor de Economía Política en la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, plantea que ha habido una 'fetichización' de la inversión extranjera, la cual los gobernantes del mundo en desarrollo y diversa literatura económica han llegado a convertir en un fin en sí mismo. Para él esta sóloes un instrumentos que bien usado puede contribuir al desarrollo pero no es un fin en si mismo, y en tal sentido cuestiona que exista una regla única para el desarrollo, así como la superioridad de la inversión extranjera sobre la nacional. Un dólar de inversión extranjera puede ser lo mismo que un dólar local, dice. Al respecto presenta diversas experiencias en uno de su libros en que muestra la importancia de la inversión interna también, como de las instituciones, especialmente aquellas, que abocan la resolución de conflictos y la existencia de redes sociales para enfrentar los ajustes y las turbulencias de los mercados internacionales a las que considera cruciales para el desarrollo, como una más equitativa distribución del ingreso.

Un estudio del Banco Mundial realizado por Cesar Calderon, Norman Loayza y Luis Servén, el cual cobijó 50 países en desarrollo y 22 países desarrollados durante el período 1987- 2001 es de gran pertinencia respecto a la tesis de Rodrik acerca de que la inversión extranjera no necesariamente es la panacea. El estudio mostró que los cambios operados en los últimos quince años no dieron los resultados esperados, al menos en términos del crecimiento económico pues lo encontrado fue que la inversión extranjera en lugar de preceder al crecimiento, la causalidad era la opuesta: el crecimiento estimula la inversión extranjera. Y ello pese a que en dichos años ocurrió un gran crecimiento de dicha inversión en los países en desarrollo; esta se quintuplicó en términos del PIB, y además experimentó un cambio sustancial en su composición. En el 2001 más del 50% eran fusiones y adquisiciones cuando en los años ochenta este tipo de inversiones eran prácticamente inexistentes, es decir, se sustituyeron nuevos flujos de inversión por simples traspasos de propiedad. Los autores también se preguntan si el bajo vínculo encontrado entre inversión extranjera y crecimiento puede explicarse en si dichos flujos realmente financian inversión y no gastos corrientes o se deben a la mala situación económica de los países que obligan a sus dueños a feriar el patrimonio, sustituyendo a los inversionistas nacionales, o en fin si se deben en buena medida a transferencias entre casa matriz y subsidiarias no constitutivas de inversión.

En fin, también resulta interesante observar que dicho estudio encontró una diferencia cualitativa muy importante entre la inversión extranjera en los países en desarrollo y desarrollados. En esta última la participación de las privatizaciones fue casi insignificante, lo que sin duda contribuye a explicar que el impacto de las nuevas inversiones sobre el crecimiento es cercano al doble en los países industrializados en comparación con el de los países en desarrollo, y muestra además que el crecimiento es más inestable en América Latina que en los países desarrollados.

Todo ello nos lleva a plantearnos dudas acerca de la calidad de la inversión extranjera en todos estos años y a la necesidad de diseñar políticas que nos aseguren la calidad de las mismas, pues no podemos ignorar que ella, a diferencia de la inversión nacional, contempla compromisos de largo plazo sobre la balanza de pagos de nuestros países y por ende consecuencias sobre la futura estabilidad macroeconómica y la distribución del ingreso entre nacionales y extranjeros.

Paul Krugman y Maurice Obstfed en su texto de Economía Internacional no caen en la ingenuidad de afirmar el sustancial aporte de la inversión extranjera directa a los recursos de ahorro nacionales, como lo ha venido predicando el gobierno colombiano, prédica por lo demás desmentida por las cifras. Dicen Krugman y Obsffield: "En cualquier caso, la existencia de empresas multinacionales no refleja necesariamente un flujo neto de capital de un país a otro. Las multinacionales a menudo obtienen dinero para la expansión de sus filiales en el país donde la filial opera, y no en la metrópoli".

El déficit exterior colombiano causado en su gran mayoría por los dividendos girados al exterior no se explica en el progreso productivo del país pues los ingresos de la inversión extranjera directa están constituidos principalmente por privatizaciones y traspaso de riqueza ya creada que poco o nada agregan a la creación de riqueza nacional. En realidad la mayor parte de inversiones extranjeras nuevas se dirigen preferencialmente al sector minero, donde sus reales beneficios en balanza de pagos son mas pobres y, más deplorable aún, donde sus acciones no pocas veces causan un inmenso daño ambiental, amparados en licencias gubernamentales, otra de las nefastas herencias de la administración Uribe.

Tomado de ¿Que Qué?

No hay comentarios: