Por OSEBURRIO GAVILLAI *
Los esclavos que eran convertidos en gladiadores debían combatir entre sí para satisfacer "la gloria del César" y los bajos instintos de la gleba. Y los "divinos" mandamases del imperio obligaban a los condenados a rendir pleitesía al emperador: "Morituri te salutam", sin opción de negarse a repetir la fórmula antes de tener el "honor" de morir o vencer en el circo romano.
Igualmente debían repetir la fórmula quienes estaban condenados a muerte que, por una u otra razón, se hallaban en un lugar donde el emperador los pudiera ver. Lo importante era que el emperador ejerciera el sagrado derecho, el derecho divino, de decidir sobre la vida o muerte de los infelices condenados.
Afortunadamente ese derecho no ha muerto. A Dios gracias se halla vigente. Bendito sea Dios por tan excelsa gracia. Nuestro Supremo dio su ucase, en un momento de repentismo superior; perdón de pensamiento superior. Ordenó a las fuerzas armadas del imperio que ubicaran a los secuestrados, rodearan a los campamentos y se quedaran ahí, quietos, quieticos, dando tiempo a que la "comunidad internacional" presionara a los secuestradores para que los entregaran.
La jugada es genial. Por un lado, los de las FARC no se atreverán a matar a los secuestrados porque se confirmaría su papel de terroristas y ahí sí nuestro adalid Bush no los saca de la lista. Es más ni Chávez se atrevería a volver a hablar del asunto. Si los matan, se confirma que son terroristas, y la culpa será de ellos. Si los entregan vivos, el mérito será de nuestro Supremo. Que habrá ejercido también el derecho a salvar vidas. Es una jugada de doble cabeza. Tres, diría yo. Porque si los matan, nos quitamos rápido el problema de encima.
¡Que viva el pensamiento Superior!
* Asesor imperial
http://www.dearqueologia.com/viento_cantarin/en_merida/gladiatores.jpg
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