Notas sueltas
Por Koestler
La propuesta oficial busca sacralizar una dura realidad: este país tiene ciudadanos de primera y de segunda. Y que éstos últimos, es obvio, no sólo son carne de cañón para exprimirles hasta la última gota de sudor, sino que ¡deben pagar por el derecho a sudar! En el fondo esta consideración anima todo el quehacer de las clases dominantes colombianas, y ahora se justifica con la necesidad de ahorrar en salud y educación en favor de la guerra... de esa guerra interminable que, acompañada de grandes crímenes y corrupción, perpetúa este inicuo estado de cosas.
Escritores como el exministro Abdón Espinosa Valderrama han expresado su criterio en una columna de El Tiempo, en la que sostiene que la educación no puede ser un derecho de unos pocos y un sueño para la inmensa mayoría. Carlos Caballero Argaez argumenta sobre la importancia de la educación pública como instrumento de construcción de sociedad . El escritor Francisco Cajiao la considera miope, en su artículo El valor de la utopía ; y por último, la reflexión de Héctor Pineda sobre la protesta estudiantil.
Invito a los lectores a que realicen una lectura cuidadosa de estos materiales. Y en especial, a los estudiantes, para que valoren el significado de esta protesta tan importante.
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